Una Plaza en La Luz recibe el nombre de 'Pepita Jiménez’

8/09/2017

El acto, en homenaje póstumo a la vecina del barrio, se enmarca dentro del programa de las fiestas anuales.

Dentro del amplio programa de actos para celebrar las tradicionales fiestas en honor a Nuestra Señora de La Luz, en el barrio homónimo, se ha incluido el rendir homenaje póstumo a Elena Josefa del Rosario Jiménez García conocida como Pepita Jiménez, quien fue vecina de este emblemático núcleo urbano y realizó una importante labor educativa, cultural y social por los vecinos del barrio en su día.

El Pleno celebrado el pasado mes de julio aprobó, por unanimidad, la propuesta presentada por la Asociación de Vecinos Achinech-La Luz, basándose en su currículo y su labor en la zona.

En el acto de rotulación se contó con el alcalde de La Orotava, Francisco Linares; la concejala responsable de este distrito, María Eugenia Mesa; el cura párroco, Julián Aquilino Cabrera; miembros de la corporación municipal; directiva de la asociación vecinal; familiares y amigos de Pepita Jiménez, y vecinos en general. En nombre de la familia habló su hija, Elena Delgado Jiménez, quien además de agradecer a todos este significativo gesto, hizo una emotiva mirada hacia atrás recordando anécdotas de su madre y cómo trabajó en pro de ayudar a los demás, abriendo las puertas de su casa a los vecinos del barrio.

El alcalde y la concejala delegada del barrio destacaron los valores y ejemplares acciones de ‘Pepita’. Es un reconocimiento merecido y siempre formará parte de la historia de La Luz.

PEPITA JIMÉNEZ Elena Josefa del Rosario Jiménez García— Pepita Jiménez— nació en Las Candias (La Orotava), en 1943. Su padre, de origen andaluz, era José Jiménez Fernández, cartero del barrio; su madre, África Edelmira García Mesa, ejerció de enfermera y maestra, enseñando a leer y a escribir a niños y niñas humildes de la zona. La familia se trasladó a La Luz a mediados de los años 50. Por aquel entonces La Luz era un pequeño rincón rural, rodeado de plataneras y alejado del centro de La Orotava. En 1967 contrajo matrimonio con Pedro Delgado Díaz, también del barrio, con quien tuvo tres hijos: Elena, Rafael y Cristina.

Pepita Jiménez se dedicó a la docencia. Empezó a trabajar en la Escuela de la Luz, y tras culminar sus estudios en Teología, pasa a dar clases de Religión en el nuevo colegio. Además, siempre estuvo integrada en el barrio y desarrolló numerosas actividades con los vecinos, hecho por el que muchos mantienen un buen recuerdo de ella y por el que se le rinde este homenaje.

Desde principios de 1960 comenzó a participar en las actividades de la Iglesia de la Luz como catequista, siendo párroco José Siverio. Posteriormente continuaría su trabajo con el padre Salvador Quintero, con quien aprendió a tocar la guitarra, lo que daría lugar a la creación del Coro de la Parroquia, que llegó a interpretar la Misa Campesina Nicaragüense. La actividad concentrada en torno a la iglesia atrajo a numerosos jóvenes, que pronto se unieron a la vida parroquial. Sin embargo, las inquietudes artísticas de Pepita Jiménez no quedaron ceñidas al templo, sino que se expandieron a los actos festivos, participando niños y jóvenes en obras de teatro, en los festivales de las fiestas o en la Rondalla de la Luz. Ésta no fue la única agrupación que fundó, pues llegó a crear otra con la Familia Salesiana, enseñando a niños y mayores a tocar la guitarra y el timple.

Pepita no necesitaba locales para desarrollar todas estas actividades: su casa era la casa del barrio, la asociación de vecinos en la que se ensayaban las obras de teatro, en la que enseñaba a tocar algún instrumento o en la que se celebraban reuniones. Su hogar siempre estaba lleno de gente, con la puerta permanentemente abierta para la vecindad de La Luz.

Madrina de los niños más desfavorecidos del barrio, ayudaba especialmente a quien acudía a ella para solicitar ayuda. Sus aficiones estaban vinculadas con el mundo artístico y creativo: le gustaba la música, el teatro, el arte, las manualidades, coser, bordar, la cocina… Y, cuando tenía algo de tiempo libre, le encantaba viajar.

Aunque tranquila en apariencia, era una mujer llena de vitalidad; ávida de conocimientos, nunca dejó de estudiar y de aprender diversas materias, así como de transmitir al resto su sabiduría; aunque siempre guapa y elegante, su principal cualidad era su amabilidad y su bondad, pues ofrecía lo que tenía con una sonrisa.

A pesar de que ya han pasado once años de su fallecimiento, su recuerdo sigue muy presente, tanto entre los mayores como entre los jóvenes, lo que llena de orgullo a su familia. Su carisma y, especialmente, su generosidad, se mantienen vivos en la memoria de los vecinos de La Luz, que se lo devuelven ahora, mediante el gesto de recordarla permanentemente con el nombre de este lugar. A partir de este mes de septiembre de 2017, esta plaza, su lugar favorito donde iba siempre a pasear y a charlar, llevará su nombre: Plaza de Pepita Jiménez.

Así el acto de rotulación de la plaza se cerró con la nota musical Sonrisas, letra de María Ángeles Marrero e interpretada por José Luis Estévez (Güicho), vecino del barrio y muy buen amigo de Pepita y de la familia, quien asegura: “Pepita Jiménez nos enseñó a sonreír”.