Esta vivienda es una de las más antiguas de cuantas se conservan en esta histórica «Calle Verde», promovida por Antonia García de Albarracín en el siglo XVII. Se trata de un modelo muy repetido durante esa centuria como invariante de arquitectura doméstica entre medianeras. Sin embargo, en torno a 1926, la vivienda conoció una reforma sustancial de manos del entonces propietario Agustín Hernández Hernández, quien fuera alcalde de La Orotava. Se trataba de un programa regionalista con la inclusión de profusos trabajos en las carpinterías tanto de ventanas, antepechos y balcones en los que trabajaron los hermanos Trujillo. Pero sin duda el aspecto más llamativo para el momento fue la cubrición de todo su frontis y fachadas medianeras con un aplacado de cerámica vidriada que supuso una novedad en el contexto local del momento. La fábrica completa su oferta singular con un admirable patio y un torreón de esbeltas dimensiones.
