Fiestas en honor a San Antonio Abad y la Virgen de La Esperanza de La Florida.

El barrio de La Florida, situado en las medianías de La Orotava, celebra sus Fiestas en honor a San Antonio Abad y la Virgen de La Esperanza, en la última semana de enero de cada año. Además de diversos actos religiosos y populares se celebra en estas Fiestas un singular evento gastronómico: el Tradicional Puchero canario, el mayor, más multitudinario y más exquisito y sabroso que se realiza en todo el Archipiélago.

Para esta celebración son necesarios más de 60 calderos de acero inoxidable de grandes dimensiones, con capacidad para más de 100 kilos, produciendo al final       unos 7.000 kilos de puchero. Para el condumio cientos de kilos de verduras (coles, calabazas, cebollas, calabacines, puerros, zanahorias...) papas, gofio, carnes y leña para la preparación.

Las viandas son degustadas por miles de personas que también disfrutan, en este singular acto gastronómico, del grupo Parranda del Puchero, lo que lo convierte en un reclamo turístico consolidado y que hace las delicias de los visitantes.

En la organización de este evento son protagonistas la asociación de mayores Maninindra, la asociación San Antonio Abad y el colectivo juvenil Jeito, contando con la colaboración de vecinos y otros colectivos del barrio. Se facilitan servicios especiales de servicio público de viajeros para mayor comodidad al acceso al barrio de La Florida.

Esta es la historia del Puchero:

El puchero surgió hace unos cincuenta años de la mano de una vecina del barrio, Doña María, esposa de Don Cipriano. De familia numerosa, su casa se ubicaba en aquellos tiempos a pie de La Palmera, terreno que se utilizaba desde hacía varios años para la celebración de la feria de ganado. La feria de ganado atraía a familias y ganaderos. Desde las primeras horas de la mañana y entre ventorrillos y parrandas, pasaban un entrañable día en compañía hasta el anochecer. Doña María, coincidiendo con las fiestas, reunía a su familia y ponía un gran caldero de puchero al fuego. Preparar comida en abundancia era propio de ella, como comenta alguno de sus hijos. En el año 1979 doña María invitó a algunos de los ganaderos que no habían comido, a acompañarles junto a su familia a pasar un buen rato probando ese habitual puchero que preparaba cada año. La voz corrió rápidamente entre ellos. Llegaron las fiestas del año siguiente y vuelve a repetir con un caldero de puchero más al fuego, para invitar nuevamente a los ganaderos. Y así fue como al tercer año, entre la comisión de fiestas y algunos vecinos, llegan a poner al fuego unos cinco calderos frente al antiguo colegio. Ya no se repartía sólo a los ganaderos, si no a vecinos, amigos y visitantes, viendo la aceptación que había causado en todos aquellos que lo habían degustado.

En esos primeros años se cocinaba en los alrededores de la feria de ganado. Con el tiempo, se trasladó a la finca donde se encuentra el actual colegio de La Florida, teniendo que cambiar de ubicación, a la zona del polideportivo, ya que comenzaron con las obras del nuevo colegio. Aquí transcurrieron varios años, siendo a finales de los años ochenta y principios de los noventa cuando se vuelve a trasladar al solar junto a la casa de Don Cristóbal Martín, solar que no se encontraba urbanizado aún en esos años. Según crecía el barrio y por la repercusión mediática que año tras año iba ganando el puchero por su sabor único, la forma de elaboración y el aumento de visitantes, pasó a solares privados, siendo la calle Jesús Luis Pérez su ubicación fija actualmente. A partir de la inauguración de la Asociación de Vecinos, la preparación del puchero se realiza en sus instalaciones.