
Las varas de los labradores. La Vara Novelera
La Vara Novelera es la vara que viaja con la Hermandad de San Isidro Labrador de La Villa de La Orotava cuando ésta asiste a encuentros, congresos y celebraciones.
La vara, que procedía de un duraznero que no daba fruto en la finca de Don Nicomedes Yumar, fue a parar a su ahijado Gregorio Jorge, Goyo como popularmente es conocido.
La vara fue bautizada por el padrino con el nombre de novelera, sin pensar Don Nicomedes que el nombre le venía como anillo al dedo ya que, su ahijado se encargaría de pasearla cada 15 de mayo por Madrid.
Don Nicomedes puso todo su amor y empeño en que el árbol creciera y creciera, hasta hacerse fuerte y robusto. Tanto fue lo que creció que alcanzó una altura de aproximadamente 5 metros. Hasta que por un día de San José en el mes de marzo cortó la vara, eso sí, con el menguado de la luna y baja la marea.
Luego, la dejó un tiempo a la sombra para que fuera tomando forma y comenzar a adornarla.
Con un clavo caliente al rojo vivo fue perforando cada nudo e introduciendo una tachuela bien brillante para que, a modo de oro fino, deslumbrara a quien la mirase. Y de las tachuelas a la rejada, encargada en una conocida forja de Santa Cruz.
Se remata la faena con la ceniza- no de cualquier fuego- sino donde se halla quemado leña, petróleo y aceite. Con un trapo mojado frotó Don Nicomedes a la Novelera, siguiendo la costumbre de su abuelo, siempre desde la punta hasta el rabo, para hacer brillar la madera de la vara.
Las espigas también las colocaba con mucha delicadeza, tal y como le había enseñado Jesús Lima, el tío de su ahijado; insistía en que siempre fueran de trigo y con las plaganas (o barbas) bien largas para que la moña quedara bien vistosa. Luego la colocación de las siemprevivas, con mucho esmero, flor a flor.
Ya con las siemprevivas Don Nicomedes comienza con la tanda de clavellinas, y cuando están bien apretaditas y la moña haya quedado correcta termina poniendo un lazo bien fuerte; el pasador estará preparado para recibir las cintas bordadas con el corazón, promesas de madres y regalos.
Por último aconseja Don Nicomedes Yumar tengamos cuidado con algún descuido en el recorrido no vaya a ser que se desvista la vara.