
El sorteo del becerro
Es una tradiciones más importantes de la Hermandad de Labradores de La Orotava, la cual se llevó a cabo aproximadamente hasta el final de los años 60 del siglo pasado y consistía en que, al final de la procesión se rifaba un becerro para honrar la caridad de San Isidro.
De esta tradición existe una referencia de antaño, en la que Mariano Nouguell Secall narra en 1868 que entre los labriegos había costumbre de rifar una yunta de buey, igual que se hace en la actualidad gracias a los labradores del Valle que, en el pasado siglo XX dieron continuidad a la misma.
El sorteo se llevaba a cabo de la siguiente manera:
Se colocaba en alto una pequeña plataforma y sobre ésta un pajar con una puerta. De la puerta colgaban cintas de diferentes colores. Cada labrador cogía una de ellas y cuando alguien daba la voz, se tiraba de las cintas. El ganador era el labrador que tiraba por la cinta que tenía amarrada en la punta una pequeña yunta de vacas. El trofeo consistía en llevarse el becerro.
El agraciado del becerro a su vez tenía que invitar a los compañeros con unos vinos de la tierra.