“Hoy los adoquines son pétalos en flor”. Así de poética rezaba una de las frases que presidió la alfombra de Liborio Valencia y sus colaboradores, uno de los cuales, Toño Machado, tuvo a bien pergeñar esta feliz metáfora que define bien a las claras lo que se vive cada año en la Infraoctava del Corpus Christi de La Orotava.
Y es que el pavimento del casco histórico de la Villa, en los aledaños de la iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, se transforma cada 12 meses por estas fechas en un multicolor juego de lienzos de flores, y ayer, como no podía ser de otra manera, no fue una excepción.
Desde tempranas horas de la mañana, cientos de alfombristas de todas las edades, género y condición, ya sean niños de cinco años hasta octogenarios, apuntalaron una tradición que se remonta a poco antes de mediados del siglo XIX, a iniciativa de Leonor del Castillo y Betancourt, quien para celebrar el paso del Corpus Christi elaboró una alfombra de flores frente a su casa. Tal efeméride es recordada de manera permanente con un pequeño monolito que recrea el diseño de esa primigenia alfombra justo enfrente de esa vivienda, perteneciente a la familia Monteverde.
El Corpus villero es, además de su vertiente religiosa y tradicional, lugar de encuentro entre orotavenses del lugar y de la diáspora, de foro de sana camaradería, y de vívida y sincera hospitalidad para los vecinos de otros municipios y visitantes ocasionales. Una jornada eminentemente sensorial, en la que no solo la vista reina, el olfato también lo hace, especialmente con el olor a brezo que se eleva por encima de otros aromas florales en los 5.500 metros cuadrados que ocupan los 20 tapices y 15 corridos del recorrido alfombrístico, donde se dan la mano dentro de lo efímero el arte figurativo y el geométrico.
BUEN TIEMPO
El buen tiempo, agradable y soleado, acompañó ayer la jornada más sacra de las fiestas patronales de La Orotava, que da paso este fin de semana a la parte popular y costumbrista de las celebraciones, que culmina el domingo con la multitudinaria romería en honor a San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza. Las favorables condiciones meteorológicas contribuyeron a la enorme afluencia de público que se acercó a la Villa, lo que fue una constante prácticamente a lo largo del día, para concentrarse en la tarde-noche con la procesión del Corpus, que escribió el epílogo a esta forma de arte efímero que son las alfombras, cuya expresión más sublime es el magno tapiz de la plaza del Ayuntamiento, elaborado con arenas del Teide y que este año tuvo un marcado carácter social y reivindicativo, con menciones explícitas al drama de los refugiados.
Fuente: diariodeavisos.com // Fran Domínguez