El mausoleo de La Orotava, la huella excepcional de la masonería en Canarias

16/02/2019
El mausoleo de La Orotava, la huella excepcional de la masonería en Canarias

De la enorme influencia que tuvo la masonería en Tenerife dan fe edificios singulares en España como el templo masónico de Santa Cruz y el mausoleo del marqués de la Quinta Roja en La Orotava, erigido tras un excepcional enfrentamiento con la Iglesia, que se negaba a enterrar en suelo santo a un masón.

Ambas construcciones "son una joya" que no tiene parangón en el resto del Estado, afirma en una entrevista a EFE el historiador y director de LeCanarien Ediciones Zebensui López, quien precisamente ha escrito sobre los principales bienes del patrimonio masónico tinerfeño para la revista cultural del Cabildo de la isla, "BIC".

LeCanarien ha producido además una autoguía sobre la masonería en La Orotava, un municipio que cuenta con un rico y desconocido patrimonio vinculado a esta sociedad antaño secreta "y en cuyas calles se esconden infinidad de símbolos".

Allí se creó en 1874 la Logia Taoro 90 y desde el comienzo vivió un duro enfrentamiento con las autoridades eclesiásticas "con momentos de verdadera tensión", relata el historiador, y el más destacado de ellos dio origen a la construcción del mausoleo.

Todo se debió a la negativa del párroco de la Iglesia de la Concepción a permitir el entierro en el cementerio del marqués de la Quinta Roja, Diego Ponte del Castillo, por su condición de masón.

Si bien sus restos fueron enterrados finalmente en el camposanto, su madre, Sebastiana del Castillo, ordenó construir unos jardines en las huertas traseras de la casa familiar y levantar en lo más alto un panteón que perpetuase la memoria de su hijo "y sirviera de testimonio del agravio recibido".

El panteón fue encargado al arquitecto masón Adolphe Coquet y Zebensui López detalla que hay muy pocos casos de jardines cargados de este simbolismo en Europa aunque sucesivas reformas han modificado el proyecto original.

Sin embargo estas alteraciones históricas sobre el jardín están relativamente bien documentadas y permiten tener una visión clara de su evolución.

El acceso al monumento simboliza el ascenso de un masón desde su condición inicial como profano, representada por la piedra tosca de la gruta, hasta alcanzar el máximo grado de perfección, vinculado con la piedra pulida del mármol.

Además hay columnas clásicas adornadas con vainas abiertas, adormideras como referencia al sueño eterno, el árbol de la vida en la puerta, los triángulos en las rejas de la parte superior, el sol y la luna a los pies del cenotafio, la letra griega omega como señal del fin y la escultura, hoy desaparecida, de un cisne sobre una tortuga.

Esta escultura estaba en el interior de la gruta y vendría a representar la evolución de las especies, lo que en su momento representaba una idea escandalosa para el cristianismo, señala Zebensui López.

El mausoleo estuvo coronado originalmente por un templete románico sobre el que se erigía una cruz irlandesa, un atributo procedente del "renacimiento celta" del siglo XIX y que simbolizaba que el intelecto, como servidor del espíritu, perdura sobre lo demás.

Los jardines de entrada al mausoleo han sido declarados Bien de Interés Cultural y constituyen un ejemplo singular "de jardín simbólico, único en Canarias y España" pues, según algunos investigadores de la masonería, fueron proyectados "como un templo de montaña", con siete terrazas y multitud de elementos "del camino de la iluminación".

Según consta en el informe que avaló su declaración como BIC, el jardín en su recorrido representa el camino de la iluminación en un simbolismo nada arbitrario, que parte de la flor de la fuente de la primera terraza hasta llegar "al monte cósmico", es decir, al mausoleo o templo de la montaña.