Un siglo de dulces - Casa Egon

6/03/2016

Si la Villa de La Orotava pudiera condensarse en un único sabor, probablemente tendría el gusto de un dulce de Casa Egon, la pastelería más antigua de Canarias, que en 2016 cumple cien años de exquisita existencia.

Si la Villa de La Orotava pudiera condensarse en un único sabor, probablemente tendría el gusto de un dulce de Casa Egon, la pastelería más antigua de Canarias, que en 2016 cumple cien años de exquisita existencia. La Confitería y Café Taoro, simplemente Don Ego o Casa Ego para los villeros, celebra su primer siglo de existencia como si el tiempo se hubiera detenido en el despacho de los dulces; en el sabor, el olor, la textura y el color de tambores, milhojas o almendrados.

Casa Egon surge de una casualidad del destino. Egon Alfred Wende Bard nació en 1890 en Breslau, una ciudad que pertenecía a Alemania y ahora forma parte de Polonia. Este hijo de secretario de ayuntamiento y de una profesora de música se formó como oficial repostero y cocinero y trabajó en hoteles y restaurantes de su ciudad natal, hasta que en 1914 decidió enrolarse en un barco rumbo a las colonias alemanas de África. La primera guerra mundial sorprendió al buque en el que viajaba Egon en aguas canarias y así es como este joven repostero alemán recaló en un improvisado destino: Santa Cruz de Tenerife.

La llegada de Egon a la Isla, y toda la historia de este siglo de dulces en la Villa, la narra Ángel Luis Rocío Pérez, encargado y referente de Casa Egon en la actualidad, en su libro "Confitería y Café Taoro. Casa Egon. Negocio o Institución", editado en 1999 y camino de una nueva edición revisada y ampliada con motivo de este centenario.

En su obra detalla que Egon empezó a trabajar en Santa Cruz en 1915 y que montó su primer negocio en La Laguna: "Una pequeña lechería en la calle La Carrera, al tiempo que colaboraba como cocinero y repostero para el desaparecido Hotel Camacho, en Tacoronte". En la primera mitad de 1916 se traslada a La Orotava y allí funda un pequeño obrador que, en diciembre de ese mismo año, se muda a un local mayor en la calle La Quinta, esquina con Tomás Zerolo, donde nace oficialmente la Confitería Taoro. Allí empieza a contratar mano de obra local y, entre aquellos primeros empleados, Egon elige, sin saberlo, a la que terminará por ser su esposa: Luisa Rocío Báez, con la que contrajo matrimonio en 1920.

Egon revolucionó la repostería en el Valle con su adaptación de la tradición alemana a los productos locales. Sus dulces calan pronto entre los villeros y el negocio se traslada al número 55 de la calle León en 1921, y también cuenta con un pequeño despacho de dulces en el número ocho de la calle Carrera. En 1925, Egon centraliza todo su negocio en el número 5 de la calle León, un inmueble de 1700 donde Casa Egon atiende a su clientela desde hace ya 91 años. Desde entonces también funciona como restaurante, abastecido con vino de cosecha propia.

Egon Wende y Luisa Rocío tuvieron un hijo en 1926, pero falleció a los pocos días de nacer. El lugar de aquel hijo que perdieron lo ocupó un sobrino de Luisa, Benigno Rocío, que residió en su casa y trabajó con ellos desde 1939.

Egon falleció en 1970 y desde entonces Benigno se hizo cargo de todo el negocio, con la ayuda de su esposa Pastora, y sus seis hijos: Ángel Luis, Benigno, Francisco Javier, Emilio, Jesús Manuel e Isidro. Una empresa cien por cien familiar que mantienen en la actualidad cinco de aquellos hijos y a la que ya se han incorporado miembros de una cuarta generación.

Benigno falleció en 2010, pero, desde años antes, Ángel Luis Rocío, nacido en 1952, era y es el encargado de coordinar este equipo familiar para mantener la tradición y el prestigio de Casa Egon. Uno de sus secretos: conservar la esencia y cambiar muy poco. El despacho de dulces es el mismo que han disfrutado varias generaciones de villeros, el salón del café apenas ha cambiado y, por supuesto, los dulces son los de siempre y se hacen como siempre.

Visitar Casa Egon es un viaje sensorial al pasado. "Todo está igual. Esto no se puede cambiar. Al margen de cuestiones técnicas y adaptaciones como la terraza del Jardín Victoria, que es un éxito, esto sigue igual y los dulces son los de toda la vida", afirma orgulloso Ángel Luis Rocío.

Milhojas Las milhojas ocupan un puesto de honor en el menú más clásico de los dulces de este negocio. Hechas con hojaldre, yema y mermelada de albaricoque, las milhojas suelen ser las primeras en terminarse.

Roscos de yema Los roscos de yema se elaboran con "yema pura y hojaldre", según destaca Ángel Luis Rocío. Su imagen es un icono de esta pastelería y, pese a tener muchos competidores parecidos, su sabor también es marca de la casa.

Galletas Las galletas son otro de los bocados preferidos de la clientela de Casa Egon. Estos pequeños dulces con ingredientes como coco, chocolate y mermelada de albaricoque también se elaboran, por encargo, del tamaño de una tarta.

Fuente: Raúl Sánchez // El Día