6. Museo de Las Alfombras, Casa de Los Balcones y sus alrededores

Este es uno de los puntos principales de la visita a La Orotava. Aquí se encuentra el Museo de las Alfombras y algunas de las casas señoriales más ostentosas y representativas de la aristocracia de La Villa. Desde aquí podemos ver la fachada de la casa Méndez Fonseca o Casa de los Balcones, la casa Ximénez Franchy, que acoge el Museo de las Alfombras y la casa Molina. Justo delante, en el número 3 de la calle San Francisco, está la casa Méndez Fonseca o Casa de los Balcones, nombre que se ganó por el exquisito balcón de madera labrada que cuelga de su fachada. La madera utilizada en la carpintería tradicional orotavense es de pino y en algunos casos de barbuzano. Su estilo tiene una indiscutible influencia portuguesa.

Fijémonos ahora en la casa contigua a esta, en el número cinco. Es la casa Ximénez Franchy que en la actualidad acoge el Museo de las Alfombras.

En su origen fue un edificio de uso doméstico cuya construcción se inició a mediados del siglo XVII. Aquí se ve de nuevo la fina ebanistería de influencia portuguesa en el balcón y las molduras de puertas y ventanas. En el interior observamos como la planta se organiza alrededor de un patio central, rasgo típico de la arquitectura tradicional canaria.

Este edificio se utilizó como ciudadela privada, dividiendo estancias y alquilándolas a bajo costo. Las ciudadelas, que proliferaron en el siglo XIX, eran pequeñas comunidades de ciudadanos de las clases desfavorecidas que convivían en grandes edificios, en ocasiones familias completas compartiendo su día a día pared con pared. Algunos conventos de La Orotava expropiados a la iglesia por la Desamortización también cumplieron esta función, como el Convento de Santo Domingo.

En este museo encontrarás el proceso de creación de las alfombras tanto de tierras como de flores e imágenes históricas de las mismas.

Fijémonos ahora en la enorme casa frente al Museo de Las Alfombras, la Casa Molina. Construida a finales del siglo XVI, la casa ocupa un gigantesco solar que abarca toda una acera de la calle San Francisco. En su espacio interior encontramos un patio a la usanza tradicional canaria.

La enorme fachada es de estilo tardo renacentista con algún detalle del plateresco. Destacan sus pilastras cajeadas. El cajeado fue utilizado a finales del Renacimiento y consiste en un vaciado parcial en la pilastra que permite juegos de luces y sombras.

Después de varios cambios de propietarios, este inmueble entró en decadencia a finales del siglo XIX. Se empezaron a utilizar el patio y sus amplias habitaciones como lugar de celebración de peleas de gallos. Tras una tremenda disputa, los apostantes de la gallera destruyeron y saquearon la casa, que fue declarada en ruinas a principios del siglo XX y posteriormente restaurada.

Continuemos nuestro camino calle arriba. Justo en la esquina superior de la casa Molina encontraremos nuestra siguiente parada.