8. Plaza de San Francisco y Antiguo Convento de San Lorenzo

En estos terrenos Bartolomé Benítez de Lugo favoreció en el siglo XVI la construcción del hoy desaparecido convento de San Lorenzo, regentado por la orden franciscana. Esta calle adoquinada es el punto de partida de la tradicional romería de San Isidro Labrador. Si tienes la suerte de realizar la visita entre finales de mayo y principios de junio, podrías coincidir con estas fiestas. Los orotavenses se visten con el traje típico para acompañar a su patrón entre cánticos, vino y comida. Estas fiestas de homenaje al patrón de La Orotava, que se celebran en la Octava de Corpus, se caracterizan por la bendición de los frutos y el ganado, lo que recuerda a los ritos aborígenes que se realizaban en estas fechas próximas al solsticio de verano.

No es extraño que un núcleo fértil como la Orotava, cuya principal riqueza fue la agricultura hasta mediados del siglo XX, tenga como patrón a San Isidro, protector de los labradores.

Frente a la plaza se ubican la Iglesia de San Francisco y las instalaciones del antiguo Hospital de la Santísima Trinidad. Este complejo es tan sólo un testimonio del enorme Convento de San Lorenzo, un monasterio de tanta importancia dentro del contexto insular que recibió el sobrenombre de El Escorial de Canarias.

A principios del siglo XVI, El conquistador Bartolomé Benítez de Lugo financió la construcción del convento en el mismo lugar en el que existía una ermita a San Lorenzo, tras dos acontecimientos que lo marcaron profundamente. Cuentan que una noche mientras dormía, Bartolomé Benítez de Lugo experimentó una visión en la que un monje franciscano se le acercaba entre las llamas de un incendio, advirtiéndole de levantarse antes de que ardiera la casa. Bartolomé despertó y se encontró realmente entre llamas, por lo que invocó a San Lorenzo e inmediatamente el fuego se extinguió. En otra ocasión, le hicieron llegar la noticia de que un cañaveral de su propiedad estaba ardiendo, por lo que acudió rápidamente al lugar, implorando nuevamente el auxilio de San Lorenzo. Fue entonces cuando apareció un franciscano para apagar las llamas empleando tan sólo una palma verde. Tras estos acontecimientos, Benítez de Lugo emprendió la construcción del convento, que otro terrible incendio arruinó en su totalidad a comienzos del siglo XIX.

Tras este último incendio, sobre su solar se edificó el actual complejo arquitectónico, en el que se reutilizaron partes del antiguo convento, como la portada de cantería de la iglesia. A él volvieron los franciscanos, pero por muy poco tiempo, ya que les afectó la Desamortización de Mendizábal y tuvieron que abandonar el nuevo edificio en 1836. En la actualidad, el complejo se divide en dos espacios: a la derecha, lo que fue hospital geriátrico regentado por monjas de La Caridad hasta la primera década del siglo XXI, hoy en día tanatorio municipal.

A la izquierda, la iglesia de San Francisco, una típica iglesia mudéjar de una sola nave, dedicada al culto de la Virgen de la Caridad.

Si el portalón del antiguo hospital está abierto, crúzalo y accederás a un pequeño mirador desde el que se ve parte de la Orotava y el cementerio que acabamos de visitar. Una vez dentro, a tu izquierda podrás ver una escalera labrada en piedra reutilizada del antiguo convento de San Lorenzo.

Al final de la escalera, incrustado en la puerta, podrás ver un torno de finales del siglo XIX, donde se abandonaban recién nacidos al cuidado de las monjas. El abandono infantil no era raro en las clases adineradas cuando había embarazos fuera del matrimonio, tanto en las jóvenes pudientes como en las sirvientas, que solían padecer abusos por parte de los señores. El torno permaneció en funcionamiento hasta los años sesenta.

Acerquémonos ahora, calle arriba, a la iglesia de San Francisco.