CONMEMORACIÓN DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MIGRACIÓN DE LAS AVES

11/05/2020
CONMEMORACIÓN DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA MIGRACIÓN DE LAS AVES

El día 11 de mayo se conmemora el día internacional de la migración de las aves, uno de los dos que se celebran al año, ya que, como sabemos, las aves realizan dos viajes migratorios en el periodo anual. Este que nos concierne es el que emprenden al abandonar los cuarteles de invierno africanos en dirección a las zonas de cría en Europa. Y por Canarias pasan muchas de ellas.

Nos centraremos en cuatro especies que están especialmente vinculadas al municipio de La Orotava y así comprobaremos cómo no todas las especies viajan en la misma dirección ni en la misma época.

En los primeros meses del año, el cielo comienza a llenarse de aves oscuras y de alas afiladas que surcan el aire realizando giros vertiginosos y emitiendo un chillido agudo que enseguida reconocemos, son las andoriñas, anduriñas o vencejos unicolor (Apus unicolor). Aunque mucha gente las confunde con golondrinas, la verdad es que ni siquiera son familia y tienen hábitos diferentes. Por ejemplo, la andoriña no fabrica sus nidos con barro sino que utiliza las grietas en las rocas. En Canarias como hemos ocupado su espacio para construir, utiliza los huecos en los aleros de los tejados de las casas antiguas para anidar. Por eso su vuelo nos resulta tan familiar, se han convertido en aves urbanas y podemos observarlas en el mismo casco histórico de La Orotava. Actualmente, como muchas casas antiguas se están reformando y los huecos que utilizaban para criar están siendo sellados, se está procediendo a instalar cajas-nido para facilitarles la cría y que no perdamos sus siluetas familiares volando en nuestros pueblos.

También en los primeros meses del año llega desde África otra especie familiar que utiliza el archipiélago para criar. Es la tórtola europea o común (Streptopelia turtur). De silueta estilizada y colores vistosos su presencia era, hasta hace poco, común en cualquier zarzal o barranquillo de las islas ya que prefiere la vegetación silvestre y el refugio de las zonas agrícolas como las Medianías a las zonas muy urbanizadas. Pero también alcanza el pinar y Las  Cañadas, así que puede verse en casi todo el municipio. Al igual que pasa con otras especies, cada vez se hace más difícil observarla y, si las leyes no cambian y se procede a su protección total, es posible que en pocos años desaparezca de los cielos canarios. Actualmente se encuentra catalogada como especie cinegética y, aunque su veda se ha restringido, muchos cazadores acuden a los países de la cuenca mediterránea, donde sí se permite su cacería, a abatirlas en cantidades incompatibles con su conservación. Las voces de alarma suenan en toda Europa, pero aún no se ha dado el primer paso que la proteja de manera definitiva.

De seguir así, pronto podríamos comparar su declive, salvando las diferencias, con el de la paloma migratoria americana (Ectopistes migratorius) cuya población estimada en ¡4.000 millones de ejemplares! se desplazaba en enormes bandos que, según crónicas de la época, tardaban varios días en pasar por el horizonte. Su declive comenzó a principios del siglo XIX a causa de su cacería masiva y, en 100 años se llegó a la extinción total. Desde el 1 de septiembre de 1914, no hay palomas migratorias en América.

Otra especie emblemática de la avifauna orotavense es la pardela atlántica, antes conocida como pardela cenicienta (Calonectris borealis). Esta especie pelágica u oceánica es de las aves más resistentes que conocemos. Llegan a Canarias a finales de primavera, crían a su polluelo durante el verano en los acantilados costeros, y abandonan las islas a principios de otoño para internarse en el océano y no volver a pisar tierra hasta la primavera siguiente, cuando regresen a las islas. De mayo a octubre son los meses en los que mejor pueden verse o mejor dicho escucharse ya que su peculiar “guaña guaña” se repite como un eco entre las sombras mientras van y vienen al nido para alimentar al único pollo que crían al año. Un paseo crepuscular o nocturno por el Rincón puede ser una buena ocasión para escucharlas y si hay alguna farola cerca, incluso alcanzar a ver sus siluetas cortando la oscuridad.

Y por último, también porque es de los últimos cuya presencia se ha detectado tenemos el mirlo capiblanco (Turdus torquatus). Este mirlo, que se diferencia del común por tener un collar blanco muy destacado en el pecho, es un migrante que pasa el invierno en Canarias, lo que significa que cuando andoriñas y tórtolas se van a África a pasar la estación fría, el mirlo capiblanco llega a Canarias desde el norte de Europa a hacer lo propio. Y resulta que su visita es tan beneficiosa que, en la zona alta de La Orotava, en el Parque Nacional del Teide, pasa el invierno alimentándose de los frutos de los pocos cedros canarios que quedan. Estos frutos que tienen una corteza muy dura se ablandan al pasar por el estómago del mirlo capiblanco que, mediante sus deposiciones, dispersa las semillas y facilita su posterior germinación. Cuando llega la primavera, cede el puesto a los recién llegados de África y vuelve al norte de Europa para dar vida a una nueva generación de mirlos que muy probablemente vuelen hasta La Orotava el próximo otoño.