PROCESIÓN DEL CRISTO DE LA HUMILDAD Y PACIENCA, ESTE MIERCOLES SANTO EN LA OROTAVA

28/03/2018

A las 21:00 horas y desde la iglesia de San Agustín sale en procesión el Santísimo Cristo de la Humildad y Paciencia, talla en madera policromada anónima del siglo XVII atribuida a los miembros de la escuela de Garachico, donada al convento agustino por el regidor Nicolás Ventura Valcárcel y Lugo, acompañada por la Virgen de los Dolores de San Agustín. Cuenta con cofradía propia, con el mismo nombre, encargada del cuidado de su culto y procesión desde 1989.

IDIOSINCRASIA DE LA SEMANA SANTA VILLERA

El entramado urbano y la ubicación de los templos en el Conjunto Histórico de la Villa de La Orotava han generado desde sus orígenes, un escenario natural condicionado por su particular orografía, que desde pronto se reveló como una excelente aliada en aras de manifestar los efectos espirituales y artísticos pretendidos por las autoridades eclesiásticas. La inclinación de las calles y, en ocasiones, su irregular trazado, proporcionan inmejorables perspectivas para la contemplación de los pasos procesionales y del desfile de las hermandades y demás protagonistas de la escenografía litúrgica. Ésta y otras cuestiones, no menos trascendentales, han configurado una Semana Santa especial, caracterizada por tres principales razones que la diferencian de las celebradas en el resto del Archipiélago. En primer lugar, la pervivencia de los “cargadores” que portan los tronos o basas de las imágenes, provistos de varales para ello, en contraposición a los carros y costaleros, modas foráneas que se han impuesto en otras semanas mayores de Canarias. En segundo lugar, la inexistencia de grupos escultóricos, lo que origina que cada paso procesional sea trasladado en su correspondiente trono, a excepción de las tres imágenes indivisibles – La Oración en el Huerto, La Piedad o el Cristo de El Calvario y Jesús Nazareno -. Durante los primeros momentos los tronos o basas eran simples estructuras de madera, de escasas dimensiones, con dos varales que transportaban imágenes de manera individual. Ejecutados por carpinteros integrantes de la reputada tradición de orfebres de la madera que ha caracterizado a la localidad a lo largo de su historia, a ellos acudían y acuden las hermandades como principales comitentes, aunque en tiempos pretéritos también lo hacían algunos donantes particulares y devotos que costeaban el gasto. El siglo XVIII marca el devenir estilístico de los tronos, aportándole una serie de características que perviven hasta la actualidad. Sobre una base cuadrangular descansaba una especia de peana alta cuyo trazado esbozaba ligeros movimientos ondulantes, acentuados en los vértices mediante plintos que sostenían jarrones con flores o velas. Tales molduras y en ocasiones cornisas completas, producían un evidente efecto arquitectónico. En el caso de los destinados a Cristos y Vírgenes, pueden presentar interesantes labores de talla en relieve, profusamente ornamentados con hojarascas, cenefas, cortinajes, etc. En cualquier caso y con independencia de sus características morfológicas, durante las procesiones los tronos son flanqueados por hileras de hermanos o cofrades que esperan su turno para ejercer el relevo de los citados “cargadores”.

En tercer y último lugar, cabe destacar el carácter unitario de la Semana Santa villera, al menos en su núcleo fundacional. Cada templo celebra sus cultos de manera individual pero sincronizada con el resto de iglesias, sin solaparse unos con otros, con arreglo a una sistemática programación de fechas y horarios predeterminados. Es decir, que en La Orotava los pasos procesionales no se celebran de un modo simultáneo, sino que se complementan e integran en conjunto. No existe una Semana Santa por parroquia sino una Semana de Pasión única.